El trompetista del utopía de Fernando Aramburu o Los príncipes valientes de Javier Pérez Andújar expliquen històries des dels sentiments, connecten amb el nostre interior, amb les nostres febleses.
El cas de Saber perder de David Trueba, llibre que actualment llegeixo, ens fa reviure la nostra quotidianeitat.
Tant sols vull aquí deixar un fragment, en unes setmanes acabaré de comentar el llibre...
"Cuando Sylvia tenía quince meses y acababa de soltarse a andar, Lorenzo la observó mirarse en el espejo que entonces había en su cuarto. Llevaba en las manos un tarro de crema de su madre y se la ofrecía a su propio reflejo, convencida de que era otra persona. Lorenzo se vestía sin perder de vista a la pequeña. En un momento dado, Sylvia se asomó d
etrás del espejo, para tratar de descubrir dónde demonios se escondía la otra niña, esa niña que la miraba y también le ofrecía un
tarrito de crema. Repitió el gesto de buscarla varias veces. Lorenzo no le dijo nada, no le explicó nada. Se limitó a mirar, a sonreír mientras disfrutaba de la parsimonia concentrada de la niña frente a su propio reflejo aún desconocido para ella. A veces recordaba ese instante sin saber a ciencia cierta si en eso, en algo tan sencillo como eso, consistía la felicidad."
(pg. 68)
La situació està tant ben narrada que la visualitzes clarament com si d'una imatge cinematogràfica es tractés.
Ja us acabaré d'explicar les sensacions quan finalitzi la lectura d'aquest llibre...
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