Lo que importa
Cuántas personas fallecieron el año pasado en España a causa de actos de la banda terrorista ETA? Dos. ¿Cuántas por enfermedades directamente relacionadas con la contaminación ambiental? 16.000. Mi familia fue amenazada, en su momento, por ETA. Y soy asmática. Los dos temas, por lo tanto, me incumben.
Me incumbe que en mi ciudad se haya hecho una ampliación de la M-30 que permite la circulación diaria de 200.000 vehículos más que el año pasado, me incumbe que Madrid esté muy por encima de los límites legales de emisión de gases contaminantes según la legislación europea y el Protocolo de Kioto. Me incumbe que el tema de ETA se utilice de la forma más sensacionalista, sin proponer soluciones efectivas y lanzándolo como arma arrojadiza para descalificar al contrario, sin ánimo de proteger a nadie, muy al contrario, caldeando cada día más los ánimos y contribuyendo a enrarecer el conflicto de la misma forma que se enrarece cada día más el aire que respiro. Me incumbe que el debate electoral no parezca preocuparse de problemas reales y urgentes, que se pierda en rodeos y desvíos o en barbaridades tales como plantearse enviar a la cárcel a un niño de doce años. Me incumbe que nadie parezca dispuesto a servir al interés común cuando éste toca a ciertos intereses privados. Y temo que sea verdad aquello de que “la política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve”. Lo dijo, precisamente, un político.
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